Mientras mi amiga de 18 años se ducha, no puedo resistir las ganas de darme placer a mí misma. Su aroma húmedo y limpio alimenta mi deseo. Me provoco y me toco, mientras silenciosamente espero una mamada recíproca en la ducha. Nuestra fantasía lésbica compartida se desarrolla de una manera suave, amigable y femenina.